EVOCACIÓN DE LA
FARMACOLOGÍA
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La farmacología la
estudiamos en la propia Facultad de Medicina. La teoría nos la presentaban en
las clases magistrales, mientras que las prácticas las teníamos en el salón o
laboratorio.
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Stepán
Ivanovich Zolotuxin fue el fundador de la cátedra en 1964, y la dirigió hasta
1984; por lo tanto fue nuestro principal maestro en esta signatura. Además de
jefe de la cátedra, Zolotuxin era el presidente del Comité de Farmacología del
Ministerio de Sanidad de la URSS.
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Zolotuxin
era de hablar pausado. Hacía sus exposiciones sin estridencias, y para evadir
la monotonía de sus relatos recurría a un chiste cualquiera o un episodio de la historia de la
Farmacología para despertar nuestras mentes. Luego retomaba el hilo de su discurso.
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Zolotuxin,
como todos nuestros profesores, era defensor de sus coterráneos como
propulsores de la ciencia que nos enseñaba. Pirogov fue uno de los primeros en
fundamentar el uso del éter en la cirugía de campo. Sin Pavlov no se hubiera
desarrollado la farmacología del sistema nervioso. Banting
y Best obtuvieron la insulina en 1921, pero el ruso Soboleov formuló en 1901 el
principio para obtenerla; y así por el estilo.
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Una
de las historias más curiosas nos las contó cuando explicaba los medicamentos
usados para curar las anemias por deficiencia de hierro: el doctor Zagorski
rechazaba las teorías místicas y vitalistas en la Medicina. Todo tiene un
sustrato material, decía. Para demostrar la presencia de hierro en nuestro organismo
tomó cierta cantidad de sangre, le evaporó la parte líquida para que sólo
quedara un polvillo. Luego le aplico a ese polvillo un imán, el cual atrajo
unas partículas que evidentemente eran de hierro.
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Nuestra
Farmacología la estudiamos a la manera clásica. Nos enseñaban que las recetas
deben escribirse en latín, la lengua universal de la Medicina, por eso cursamos
obligatoriamente, durante un año, ese idioma.
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En
Rusia al lado de una farmacia alopática hay una homeopática. En la medida que avanzábamos
en nuestros estudios no era raro que nuestros profesores nos hablaran de
medicamentos patentados, pero también de otros provenientes de la práctica
milenaria del pueblo, llamados remedios
complementarios. Barbas de maíz para ciertas enfermedades de la vesícula
biliar. Para las neumonías son buenos los antibióticos, pero es mejor si le
agregamos ventosas, colocadas en la espalda del enfermo. Y no olvidemos las cataplasmas, las sangrías y las sanguijuelas. En los hospitales rusos
estos animalitos estaban a disposición de los médicos para su posible
aplicación.
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Estudiamos
Farmacología con los folletos de nuestros profesores, pero el libro fundamental
era el de Jarkievich con sus esquemas e ilustraciones. También usábamos el
manual de medicamentos (Lekarstvennie Sredstva) de Mashkovskii.
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En
los años ochenta del siglo XX en la Cátedra de Farmacología de nuestra facultad
se investigaba la acción de los medicamentos sobre el sistema de coagulación de
la sangre. En la actualidad ese espectro de la investigación científica se ha
ampliado bajo la dirección de Vladimir Lepajin, quien es Individuo de Número de
la Academia de Ciencias Médicas de Rusia y tiene muchos libros publicados,
incluyendo un manual de Farmacología que es texto oficial para todas las
facultades médicas de Rusia. Cuando recibíamos nuestro título de médico,
Lepajin ingresaba como profesor y era uno de los ayudantes de Zolotuxin, ahora es el jefe de la cátedra.
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En
una de las primeras clases de Farmacología nos hablaron de las vías de
administración de medicamentos. La vía parenteral se aplica con una inyectadora
de vidrio, la cual debe ser lavada adecuadamente con su respectiva aguja para
ser usada nuevamente.
Cuando
recibimos nuestro título de médicos nos dieron, entre otros obsequios, una
cajita metálica con varias jeringas de vidrio que aún conservo. Ese regalo
significa que somos médicos que cabalgamos entre dos épocas porque ya la
inyectadora plástica y desechable estaba haciendo su aparición en ambulatorios
y hospitales convirtiendo a la de vidrio en una verdadera pieza de museo o
souvenir.